Memoria 20 años Balmaceda Arte Joven
Este texto forma parte del capítulo nº 2 de la Memoria
de los 20 años de la institución cultural chilena “Balmaceda Arte Joven”, ex
Balmaceda 1215. A continuación se encuentra el texto de introducción y la mesa
de conversación en la que participaron el ex presidente de la República,
Ricardo Lagos; Pilar Armanet, Hernán Rodríguez, Alejandra Serrano y Felipe
Mella.
Por María Inés Silva
Texto publicado en Memoria de los 20 años de Balmaceda
Arte Joven. Julio 2012.
Introducción
Este capítulo es el resultado de siete mesas de
conversación que sostuvimos con actores relevantes del medio artístico,
cultural y político chileno, quienes han participado de manera fundamental en
la construcción y consolidación del proyecto Balmaceda Arte Joven. En cada encuentro, propusimos reflexionar
sobre el significado, aporte e implicancias de nuestra institución en el
proceso de desarrollo artístico-cultural que se ha venido implementado en Chile
durante los últimos veinte años. A partir de una puesta en común de las
experiencias históricas de nuestros invitados, se invitaba a analizar el
presente, visualizar futuros desafíos e imaginar nuevas posibilidades de
desarrollo.
En la primera mesa, Los pilares de Balmaceda, se sintetizan las miradas de las personas
que concibieron este proyecto y tomaron la decisión política de
institucionalizar un espacio donde jóvenes de escasos recursos con vocación
artística pudieran crear en condiciones de excelencia, vivir una experiencia significativa
de aprendizaje en lo colectivo y participar en un proyecto de formación
ciudadana a través del arte.
Las seis mesas que vienen a continuación reúnen a un
grupo de importantes artistas de la escena nacional, quienes han realizado
talleres de docencia en las áreas de teatro, artes visuales, música, danza,
audiovisual y literatura. Los invitamos a evocar sus experiencias como
profesores-talleristas con el fin de reflexionar sobre el rol, efectos e
impacto del proyecto en estos 20 años. Buscábamos instalar una discusión sobre
el espacio que ha tenido y que ocupa actualmente Balmaceda en nuestra sociedad.
Si bien nos encontramos con miradas específicas que
responden a las particularidades cada disciplina artística, las constantes que
aparecen son mayoría. Todos coinciden en que Balmaceda es el proyecto más
importante y con mayor impacto en Chile: “Se trata de un proyecto cultural
real”; “una iniciativa determinante en la vida, tanto para quienes deciden ser
artistas como para aquellos que optan por otros caminos”; “una metodología para
la construcción de comunidad”; “un lugar en que todos se encuentran en igualdad
de condiciones”; “un aprendizaje para la constitución de ciudadanos”; “un
semillero del cual han surgido importantes artistas y corrientes artísticas”,
“una experiencia fundamental de formación para nosotros mismos como artistas,
lo cual establece un compromiso incondicional con la institución”.
Con respecto a los principales desafíos, se concluye que
ha llegado el momento en que otros actores se involucren. No hay duda alguna en
que Balmaceda es un proyecto de responsabilidad pública y que su principalmente
fuente de financiamiento tiene que provenir del Estado; sin embargo, se
necesitan nuevos socios que inviertan en el proyecto con el fin de generan
otras áreas de desarrollo que refuercen y den continuidad al trabajo de
docencia. Y para atraer y cautivar a sectores diferentes del medio
artístico-cultural -donde la institución
se encuentra completamente consolidada-, resulta fundamental dar a conocer
“nuestra marca”, “el sello Balmaceda”, absolutamente único en el país
Este “dar a conocer” supone un trabajo que va más allá
de la difusión de los principios, el espíritu y las acciones de Balmaceda. Se
trata ahora, principalmente, de mostrar resultados a partir de evaluaciones
cualitativas que permitan proyectar a
mediano y largo plazo.
Balmaceda es un proyecto de educación artística, donde los objetivos son complejos y los
efectos mucho más profundos, tanto a nivel sensible, cognitivo como simbólico.
Numerosos estudios internacionales comprueban que experiencias de este tipo son
capaces de generar, además del desarrollo artístico de los jóvenes, una serie
de otras aptitudes y condiciones: ellas favorecen la autoestima y la confianza
en sí mismo; aportan a la construcción de un abanico más amplio de respuestas y
soluciones frente a las presiones de la vida cotidiana; promueven un
sentimiento de pertenencia en torno a un proyecto colectivo; facilitan la
expresión de la individualidad; estimulan la tolerancia y la aceptación de la
diversidad, y por sobretodo, constituyen una instancia de formación en el
ejercicio de la libertad. En otras palabras, estamos hablando de un proyecto
capaz de contribuir de manera fundamental a los procesos de democratización y
democracia artística y cultural que se viven en Chile.
Mesa
de conversación: Los pilares de Balmaceda
Participantes: ex presidente de la República, Ricardo Lagos; Pilar
Armanet, Hernán Rodríguez, Alejandra Serrano y Felipe Mella.
Siempre me ha impactado lo que cuenta
Pablo Neruda en “Confieso que he vivido”.
Recuerda que el amor a los libros lo desarrolló gracias a un
bibliotecario de la escuelita de Curahue, con quien su padre debía dejarlo para
que lo cuidaran. Entonces, uno se pregunta: y de no haber existido ese
bibliotecario, ¿habríamos tenido un Nóbel de Literatura? ¿Cómo se detecta esa
pepita de oro que se llama Juan Neftalí Reyes, de 6, 8 ó 10 años? ¿Y cómo nos
aseguramos que los “Nerudas” del siglo XXI, o los grandes actores y músicos de
este siglo, sean captados y apoyados por un sistema que ofrece la sociedad
chilena? En este sentido, Balmaceda 1215 era una suerte de proyecto piloto.
Ricardo
Lagos E., ex Presidente de la República.
El
15 de noviembre nos reunimos con el ex Presidente de la República, Ricardo Lagos;
Pilar Armanet, Vicerrectora Académica de la Universidad de las Américas; Hernán
Rodríguez, Director del Museo Andino y Director del Máster en Historia y
Gestión del Patrimonio Cultural de la Universidad de Los Andes; Alejandra
Serrano, Directora del Centro Cultural Palacio La Moneda, y Felipe Mella,
Director de Balmaceda Arte Joven desde el año 2007.
Todos ellos han cumplido un rol esencial en la
creación y desarrollo de esta institución. Balmaceda 1215 nace cuando Ricardo
Lagos era Ministro de Educación y Pilar Armanet ocupaba el cargo de Directora
de la División de Cultura del MINEDUC. Hernán Rodríguez, en su calidad de
gerente de la Fundación Andes, apoyó de manera fundamental el desarrollo y
expansión de la institución. Alejandra Serrano fue directora ejecutiva de
Balmaceda 1215 entre los años 1994-2007, período en el cual se consolida la
sede de Santiago y se instalan las de Valparaíso, Talcahuano y Puerto Montt.
María Inés Silva: Para comprender los orígenes y razón de ser del
proyecto Balmaceda 1215 es necesario recordar el contexto histórico, político y
social que se vivía el año 1992. Nos encontrábamos en el proceso de recuperación
la democracia, se abrían espacios de libertad y existían muchas expectativas,
sobre todo en el medio artístico y cultural.
Ricardo Lagos: Efectivamente, todos esperábamos algo nuevo y se nos
aparecía un conjunto casi infinito de desafíos y posibilidades. Hay que
recordar que en aquella época el ámbito de la cultura dependía del Ministerio
de Educación y, desde allí, lanzamos el concurso literario “Tu vida cuenta,
cuenta tu vida”, dirigido a estudiantes de enseñanza media. Esta iniciativa
respondía a la gran preocupación que teníamos por estos jóvenes que comenzarían
a vivir en democracia con una tremenda falta de aprendizaje de lo colectivo. Y
el proyecto tuvo tal acogida y éxito, que inmediatamente nos preguntamos cómo
poder institucionalizar alguna tarea de este tipo, cómo generar espacios donde
los jóvenes, más allá de su educación formal, pudieran desarrollarse cultural y
artísticamente en distintas áreas. Y como suele ocurrir en la vida, comenzaron
a confluir de manera paralela una serie de factores y situaciones que
resultaron determinantes para la creación de Balmaceda 1215. En esos momentos,
estábamos haciendo un tremendo esfuerzo por impedir que la Estación Mapocho
saliera a remate, entonces, planteamos la necesidad de convertir el edificio en
un gran centro de eventos culturales, el cual podría estar también destinado al
desarrollo de talleres artísticos, literarios, de pintura, de música, etcétera.
Pilar Armanet:
Yo tengo grabado el momento cuando el Ministro Lagos me dice: “mira, hay un
edificio de 7 pisos que está al lado de la Estación Mapocho que debiéramos
dedicarlo a un proyecto cultural y artístico que complemente a la Estación”. Y
frente a la excelente experiencia del proyecto “Tu vida cuenta, cuenta tu vida”, que se constituyó como un espacio
de mucho trabajo en equipo, comenzamos con José Weinstein
a discutir la idea de cómo sembrar algo que germinara bien, y de manera rápida,
en chicos de enseñanza media que se encontraban sometidos a muchas presiones y
que no contaban con recursos económicos para desarrollarse. Queríamos apostar
al grupo etario de entre los 15 y 18 años, quienes suelen vivir este período de
la vida como una etapa ingrata, durante la cual es difícil encontrar un espacio
en el que estar y desde donde pararse frente al mundo. Ese fue el ánimo con que
partimos. Buscábamos ofrecerles un lugar donde tuvieran la posibilidad de
conocer y experimentar con las nuevas tecnologías, los mejores instrumentos,
los mejores estudios de grabación… un espacio donde se les entregaran los
medios y posibilidades para crear.
Ricardo Lagos: Balmaceda 1215 constituía un proyecto que implicaba
poner la cultura al alcance de muchos; de aquellos que, de otro modo, no
hubieran podido acceder a ella. Y eso tiene que ver con la dignidad del ser
humano. Porque, en último término, ¿para qué son las políticas públicas? Para
que el ser humano pueda desarrollarse. Balmaceda significaba también abordar
una serie de preguntas que considerábamos contingentes y necesarias: ¿cómo
hacer aprendizaje entre todos?, ¿cómo enseñamos a enseñar?, ¿cómo los jóvenes
aprenden a aprender?, ¿cómo se generan espacios para ello? Se trataba de un
inicio. A lo mejor muy pequeñito dentro del conjunto y el drama de los cientos
de miles de jóvenes que quieren tener algo y no pueden. Pero sin lugar a dudas,
era un punto de partida.
María Inés Silva: Este contexto coincidía también con la creación del
FONDART en el año 1993.
Pilar Armanet:
Exactamente. Me acuerdo muy bien que habíamos instalado en el Ministerio de
Educación unas especies de carruseles donde la gente iba a ir a dejar sus
proyectos FONDART. El día del cierre de la convocatoria subí a la oficina del
Ministro Lagos y le dije: “¿sabe cuántos artistas hay en Chile? 13.500”, lo que
correspondía a la cantidad de proyectos recibidos. Sin embargo, el número de
artistas era mucho mayor porque muchas de las propuestas presentadas incluían a
más de un artista. Y pesar que nosotros teníamos un FONDART por 300 millones de
pesos. No lo podía creer. La explosión
de gente que quería un poco de plata para realizar su vocación era
impresionante, y las expectativas y ganas eran muchas. Se trataba de un momento de gran
efervescencia artística y cultural en todos los ámbitos.
Ricardo Lagos: La verdad es que la creación e instalación del FONDART
tuvo importantes repercusiones para Balmaceda. Recuerdo que como Ministro de
Educación fui a ver al Ministro de Hacienda de esa época, Alejandro Foxley, para
plantearle la idea de crear el fondo. Obviamente, cuando un Ministro de
Educación va a hablar con el de Hacienda, éste último se pone nervioso porque,
como bien sabemos, las necesidades de recursos en ese ámbito son muchísimas.
Entonces le dije: “Alejandro, no te pongas nervioso. Esta vez vengo a hablar de
cultura, donde los montos son otros”. ¿Y por qué me refiero a esto? Para
explicar que el FONDART fue producto de una discusión presupuestaria, pues
teníamos claro que para mantenerlo en el tiempo era necesario que existiera un glosa
destinado a ello en el presupuesto nacional. Y con Balmaceda 1215 tenía que ocurrir lo mismo.
Pilar Armanet: Ese hecho dio pie para la creación de la glosa destinada a Balmaceda. ¡Ni
se imaginan la sensación de estabilidad que sentimos cuando la obtuvimos! Se
trataba de una decisión política fundamental para llevar adelante el proyecto y
asegurar su continuidad en el tiempo.
María Inés Silva:
Pero además de la decisión y apoyo político, Balmaceda pudo instalarse con
tanta fuerza gracias al compromiso y participación de muchos. Entre ellos, los
artistas que se integraron al proyecto como profesores de los talleres, así
como una serie de empresas privadas y fundaciones que colaboraron con
servicios, materiales y equipamiento. Por ejemplo, la Fundación Andes, que en
esos momentos tenía a la cabeza a Hernán Rodríguez.
Hernán Rodríguez: Para mi fue un privilegio participar en el proyecto de
Balmaceda 1215. Yo comenzaba mi trabajo como gerente de la Fundación Andes cuando
un día aparece Pilar Armanet con un proyecto que tenía como principal
antecedente la experiencia del “Tu vida
cuenta, cuenta tu vida”. En ese entonces, la Fundación era una institución muy
formal, por lo que fundamentar el apoyo a una iniciativa como Balmaceda
resultaba bastante revolucionario. Pero nos lanzamos. Y armamos no solo un
proyecto, sino muchos. Partimos con las becas universitarias para ex alumnos de
Balmaceda y, como efecto dominó, comenzaron a unírsenos escuelas de artes de
diferentes universidades que fueron entregando sus aportes.
Así pudimos contar
con un buen número de becas, que permitieron a una serie de jóvenes convertirse
en artistas. Posteriormente, la institución comenzó a cobrar fuerza, lo cual unido
a la gestión de Alejandra Serrano, permitió abrir nuevos frentes de cooperación.
Participamos en la recuperación del edificio Claudio Gay, en la Quinta Normal,
y en el financiamiento de los talleres de danza, teatro y pintura que allí se
realizaban. También desarrollamos un proyecto de capacitación de animadores
culturales en comunas de escasos recursos de Santiago que movilizó a gran
cantidad de gente. Y luego vino el período de la regionalización, donde
apoyamos la construcción de la sede de Lota, después la de Valparaíso y, por
último, la de Concepción. Me enorgullece decir que relación entre la Fundación
Andes y Balmaceda fue creciendo como una mancha virtuosa. De hecho, de todos
los proyectos a nivel nacional en los que invirtió nuestra institución,
Balmaceda ha sido el mejor evaluado.
María Inés Silva: El año 1994, momento en que asume la dirección Alejandra Serrano, la
institución realizaba 2 temporadas de talleres por año que beneficiaban a 350
jóvenes. Trece años después, el 2007, Balmaceda contaba con más de 3.000
alumnos y 4 sedes a lo largo de país. Estas cifras dan cuenta claramente de la
relevancia, excelencia e impacto del proyecto en un sector específico de
nuestra sociedad. Ellas constatan que el espíritu inicial constituía una
acertada visión de futuro que buscaba preparar un camino para responder a
necesidades de un grupo importante de jóvenes, en el nuevo contexto de
democracia.
Alejandra Serrano: Por supuesto. Todos conocemos la situación de los
jóvenes provenientes de los segmentos vulnerables: una educación que no es
competitiva, bajas oportunidades laborales, pocas posibilidades para
establecerse, para proyectarse y para poder contar un proyecto de vida que les
satisfaga. Están ahí, dándose vueltas, viendo cómo se las arreglan, y sin
muchas expectativas de éxito. Me acuerdo de alumnos de Balmaceda que trabajaban
como reponedores de supermercado. Luego de pasar por los talleres, de vivir
algo de excelencia, bien hecho, en un ambiente acogedor, flexible y abierto, partían
creyéndose artistas, metafóricamente hablando. Muchos de ellos han continuado
en este camino y algunos han logrado becas. Y quienes no avanzan
profesionalmente en este ámbito, se van con una experiencia que les acompaña
toda la vida, que les otorga identidad y orgullo.
Resultaba muy bonito ver cómo
este espacio, tan exitoso en términos de su oferta artística, generaba un
diálogo, una interacción social en torno a la creación, y donde todo aquello
que nos divide como sociedad desaparecía. Me acuerdo de la primera vez que
pudimos hacer una evaluación seria: 96% de los alumnos calificaban la
experiencia con nota 6.7, y el 82% decía que les había cambiado la vida.
Entonces para mí, que soy asistente social de formación, no hay nada más
satisfactorio que ver este proceso. Poder trabajar en algo que tuviera tanto
impacto para el ser humano era extraordinario. Hablamos de la posibilidad de
ofrecer satisfacción a nivel de ser humano y con una inversión de capital que
no es alta. Yo tengo la convicción absoluta de que no hay una herramienta más
efectiva y económica para la integración social que la cultura. Por eso,
trabajamos muy intensamente para que el modelo tuviera cobertura a nivel
nacional.
María Inés Silva: ¿Cómo ha sido el apoyo del sector privado y de la
institucionalidad cultural en el proceso de consolidación de Balmaceda Santiago
y en el de regionalización?
Alejandra Serrano: Muy difícil. Muchas veces las circunstancias no nos
favorecieron, nos faltaban los recursos y la institucionalidad cultural tampoco
lo facilitaba. Balmaceda es muy frágil en términos de su diseño de
financiamiento y eso es algo necesario de evaluar como desafío para la
continuidad. Yo pienso que este modelo nunca se va financiar a través del
sector privado porque definitivamente a éste no le interesa. Balmaceda no tiene
la visibilidad que buscan las empresas. Entonces, la base tiene que venir del
Estado. Se trata de un proyecto de responsabilidad pública y sostenida.
Ricardo Lagos: Y es ahí donde hay que revisar el lugar que ocupa la
cultura en las políticas públicas. Si se mira como un aderezo, como algo que
existe solo para dar un poco de poesía y música a la vida, estamos en problemas.
La cultura es aquello que genera presencia, imagen y vigor a un país. Y eso es
lo que los señores políticos tenemos que entender. Cuando tú mencionas a Chile
en el extranjero, la asociación inmediata que se realiza es con Gabriela
Mistral, Pablo Neruda, Roberto Matta, Vicente Huidobro, etc. Es la cultura la
que porta esa potencialidad para generar la especificidad de un país. Y en
miras de esta construcción, debemos asumir que ciertos proyectos culturales
sólo pueden existir si son responsabilidad de lo público.
Es verdad que el
sector privado puede ser un tremendo colaborador; sin embargo, como tú
planteas, los empresarios prefieren invertir en aquellos proyectos que les
otorgan una mayor presencia en el medio. Al momento de decidir, van a optar por
algo que se note, que se vea, que les ofrezca visibilidad. En ese sentido, el
apoyo privado a Balmaceda es muy complejo.
Pilar Armanet: Yo estoy completamente de acuerdo con que Balmaceda es un proyecto de
responsabilidad pública y que requiere de un financiamiento sostenido por parte
del Estado. Pero también creo que esta institución puede resultar muy
interesante para los privados. Cada vez hay más empresas cuyo público objetivo
son los jóvenes. La influencia que este grupo está adquiriendo a nivel de
consumo es impresionante y las redes sociales han generado un importante nicho
a explotar. Y no sólo en sectores de mayores recursos. Los bienes han bajado de
precios y podemos apreciar claramente cómo se viene dando un proceso de democratización
del consumo. Pienso que hay una cantidad de empresas que producen para jóvenes
y que uno tiende a no mirar. Por ahí podrían abrirse posibilidades para
amplificar el trabajo de Balmaceda y generar nuevas áreas de desarrollo.
Hernán Rodríguez: Es verdad que Balmaceda necesita un financiamiento
público permanente. Pero comparto lo que plantea Pilar. La posibilidad de
amplificar debiera venir del compromiso privado. Y para eso tenemos que pensar
en cómo mostrar más el proyecto a la opinión pública y promover vitrinas donde
las empresas puedan y les interese mostrarse.
Alejandra Serrano: Efectivamente, la empresa financia productos asociados
como, por ejemplo, el Festival de Rock, lo cual permite hacer un grito más
fuerte en términos sociales y tener más presencia. Pero insisto en que es
necesario esa base para entregar una estabilidad institucional. En la medida en
que ella existe, es posible contar con la tranquilidad para diseñar nuevas
estrategias.
Felipe Mella: Los últimos cinco años de Balmaceda han sido muy
complejos. Vino la recesión económica, una serie de problemas de recursos, así
como el terremoto que afectó la sede de Concepción. Sin embargo, y a pesar de
ello, hemos obtenido importantísimos logros como el financiamiento completo de
la sede de Antofagasta por parte de la Fundación Minera Escondida. También, después
de cuatro años de negociación, logramos que Televisión Nacional sea sponsor
oficial de Balmaceda y cubra las actividades más importantes que realizamos, lo
cual efectivamente puede generar otro tipo de vitrinas que esperamos sean
tentadoras para atraer a nuevos socios.
María Inés Silva: Según mi experiencia, es verdad que varios sectores
de la sociedad no conocen el proyecto. Pero cuando lo empiezas a explicar, la
respuesta positiva e interesada en saber más es inmediata, sobre todo en una
nueva generación de académicos provenientes de las ciencias sociales, de la
comunicación y humanidades. Y si bien no son ellos quienes aportarán el dinero
para la implementación de proyectos de infraestructura, gestión o difusión
artística, sí cuentan con capital humano y algunos recursos para investigar en
el terreno de las prácticas culturales y de la evaluación de impacto de
programas de educación artística, un área de estudio que recién comienza a desarrollarse
en Chile y América Latina. Y en ese sentido, Balmaceda, cono todo el camino
recorrido en estos 20 años, puede ser el paraíso.
Felipe Mella: Esa área nos interesa mucho y estamos conscientes de
que nos puede ofrecer nuevas posibilidades de desarrollo. De hecho, el 2011 a
través de un proyecto FONDART de investigación, nos asociamos con un grupo de que
del Centro de Investigaciones Socioculturales (CISOC) de la Universidad Alberto
Hurtado, para analizar en términos cualitativos el impacto que ha tenido
Balmaceda en la vida de los jóvenes que han pasado por nuestros talleres.
Estamos muy entusiasmados con este estudio, que serán presentado a mediados de
este año, ya que nos entregará información y herramientas de tipo científicas para
fundamentar el valor, la importancia y pertinencia de la inversión pública y
privada en Balmaceda.
Alejandra Serrano: Balmaceda es una institución ampliamente dialogante,
sinérgica y generadora de iniciativas que puede convocar a diferentes grupos y
sectores, lo cual efectivamente constituye un importante capital a explotar
para los próximos años. No cabe duda que el trabajo realizado por esta
institución es una manera muy interesante y extraordinaria para construir
grandes proyectos… proyectos país.
Ricardo Lagos: Frente a esta conversación, me gustaría aportar una última
reflexión. Como bien sabemos, en educación y cultura los desafíos son de largo
plazo. Los resultados de lo que proponemos y hacemos hoy, solo se conocerán en
la próxima generación. En los tiempos en
que fui Ministro de Educación no podía dimensionar, en toda su extensa y
profunda magnitud, lo que estas iniciativas serían capaces de llegar a
significar. Teníamos claro que ellas abrirían la mente de los jóvenes y que los
llevarían a descubrir y develar su capacidad de crear, actuar, pintar, etc.
Pero la experiencia nos ha demostrado que esas mentes se abren de manera mucho
más amplia y los efectos que produce este fenómeno se manifiestan en los
distintos ámbitos de la vida, tanto en los rendimientos escolares como en el
desarrollo de aptitudes para vivir mejor y relacionarse en y con el mundo.
En
este sentido, Balmaceda 1215 ha demostrado constituir un fructífero terreno
para la germinación y promoción de estas capacidades. Y por lo mismo, debe
seguir siéndolo. Queda mucho trabajo por delante.
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