jueves, 21 de febrero de 2013

Un espacio de formación en el ejercicio de la libertad

Memoria 20 años Balmaceda Arte Joven


Este texto forma parte del capítulo nº 2 de la Memoria de los 20 años de la institución cultural chilena “Balmaceda Arte Joven”, ex Balmaceda 1215. A continuación se encuentra el texto de introducción y la mesa de conversación en la que participaron el ex presidente de la República, Ricardo Lagos; Pilar Armanet, Hernán Rodríguez, Alejandra Serrano y Felipe Mella.


Por María Inés Silva
Texto publicado en Memoria de los 20 años de Balmaceda Arte Joven. Julio 2012.



Introducción

Este capítulo es el resultado de siete mesas de conversación que sostuvimos con actores relevantes del medio artístico, cultural y político chileno, quienes han participado de manera fundamental en la construcción y consolidación del proyecto Balmaceda Arte Joven.  En cada encuentro, propusimos reflexionar sobre el significado, aporte e implicancias de nuestra institución en el proceso de desarrollo artístico-cultural que se ha venido implementado en Chile durante los últimos veinte años. A partir de una puesta en común de las experiencias históricas de nuestros invitados, se invitaba a analizar el presente, visualizar futuros desafíos e imaginar nuevas posibilidades de desarrollo.


En la primera mesa, Los pilares de Balmaceda, se sintetizan las miradas de las personas que concibieron este proyecto y tomaron la decisión política de institucionalizar un espacio donde jóvenes de escasos recursos con vocación artística pudieran crear en condiciones de excelencia, vivir una experiencia significativa de aprendizaje en lo colectivo y participar en un proyecto de formación ciudadana a través del arte.


Las seis mesas que vienen a continuación reúnen a un grupo de importantes artistas de la escena nacional, quienes han realizado talleres de docencia en las áreas de teatro, artes visuales, música, danza, audiovisual y literatura. Los invitamos a evocar sus experiencias como profesores-talleristas con el fin de reflexionar sobre el rol, efectos e impacto del proyecto en estos 20 años. Buscábamos instalar una discusión sobre el espacio que ha tenido y que ocupa actualmente Balmaceda en nuestra sociedad.


Si bien nos encontramos con miradas específicas que responden a las particularidades cada disciplina artística, las constantes que aparecen son mayoría. Todos coinciden en que Balmaceda es el proyecto más importante y con mayor impacto en Chile: “Se trata de un proyecto cultural real”; “una iniciativa determinante en la vida, tanto para quienes deciden ser artistas como para aquellos que optan por otros caminos”; “una metodología para la construcción de comunidad”; “un lugar en que todos se encuentran en igualdad de condiciones”; “un aprendizaje para la constitución de ciudadanos”; “un semillero del cual han surgido importantes artistas y corrientes artísticas”, “una experiencia fundamental de formación para nosotros mismos como artistas, lo cual establece un compromiso incondicional con la institución”.


Con respecto a los principales desafíos, se concluye que ha llegado el momento en que otros actores se involucren. No hay duda alguna en que Balmaceda es un proyecto de responsabilidad pública y que su principalmente fuente de financiamiento tiene que provenir del Estado; sin embargo, se necesitan nuevos socios que inviertan en el proyecto con el fin de generan otras áreas de desarrollo que refuercen y den continuidad al trabajo de docencia. Y para atraer y cautivar a sectores diferentes del medio artístico-cultural  -donde la institución se encuentra completamente consolidada-, resulta fundamental dar a conocer “nuestra marca”, “el sello Balmaceda”, absolutamente único en el país 

Este “dar a conocer” supone un trabajo que va más allá de la difusión de los principios, el espíritu y las acciones de Balmaceda. Se trata ahora, principalmente, de mostrar resultados a partir de evaluaciones cualitativas que permitan  proyectar a mediano y largo plazo.


Balmaceda es un proyecto de educación artística,  donde los objetivos son complejos y los efectos mucho más profundos, tanto a nivel sensible, cognitivo como simbólico. Numerosos estudios internacionales comprueban que experiencias de este tipo son capaces de generar, además del desarrollo artístico de los jóvenes, una serie de otras aptitudes y condiciones: ellas favorecen la autoestima y la confianza en sí mismo; aportan a la construcción de un abanico más amplio de respuestas y soluciones frente a las presiones de la vida cotidiana; promueven un sentimiento de pertenencia en torno a un proyecto colectivo; facilitan la expresión de la individualidad; estimulan la tolerancia y la aceptación de la diversidad, y por sobretodo, constituyen una instancia de formación en el ejercicio de la libertad. En otras palabras, estamos hablando de un proyecto capaz de contribuir de manera fundamental a los procesos de democratización y democracia artística y cultural que se viven en Chile.



Mesa de conversación: Los pilares de Balmaceda


Participantes: ex presidente de la República, Ricardo Lagos; Pilar Armanet, Hernán Rodríguez, Alejandra Serrano y Felipe Mella.


Siempre me ha impactado lo que cuenta Pablo Neruda en “Confieso que he vivido”.  Recuerda que el amor a los libros lo desarrolló gracias a un bibliotecario de la escuelita de Curahue, con quien su padre debía dejarlo para que lo cuidaran. Entonces, uno se pregunta: y de no haber existido ese bibliotecario, ¿habríamos tenido un Nóbel de Literatura? ¿Cómo se detecta esa pepita de oro que se llama Juan Neftalí Reyes, de 6, 8 ó 10 años? ¿Y cómo nos aseguramos que los “Nerudas” del siglo XXI, o los grandes actores y músicos de este siglo, sean captados y apoyados por un sistema que ofrece la sociedad chilena? En este sentido, Balmaceda 1215 era una suerte de proyecto piloto.



Ricardo Lagos E., ex Presidente de la República.


El 15 de noviembre nos reunimos con el ex Presidente de la República, Ricardo Lagos; Pilar Armanet, Vicerrectora Académica de la Universidad de las Américas; Hernán Rodríguez, Director del Museo Andino y Director del Máster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural de la Universidad de Los Andes; Alejandra Serrano, Directora del Centro Cultural Palacio La Moneda, y Felipe Mella, Director de Balmaceda Arte Joven desde el año 2007. 


Todos ellos han cumplido un rol esencial en la creación y desarrollo de esta institución. Balmaceda 1215 nace cuando Ricardo Lagos era Ministro de Educación y Pilar Armanet ocupaba el cargo de Directora de la División de Cultura del MINEDUC. Hernán Rodríguez, en su calidad de gerente de la Fundación Andes, apoyó de manera fundamental el desarrollo y expansión de la institución. Alejandra Serrano fue directora ejecutiva de Balmaceda 1215 entre los años 1994-2007, período en el cual se consolida la sede de Santiago y se instalan las de Valparaíso, Talcahuano y Puerto Montt.


María Inés Silva: Para comprender los orígenes y razón de ser del proyecto Balmaceda 1215 es necesario recordar el contexto histórico, político y social que se vivía el año 1992. Nos encontrábamos en el proceso de recuperación la democracia, se abrían espacios de libertad y existían muchas expectativas, sobre todo en el medio artístico y cultural. 


Ricardo Lagos: Efectivamente, todos esperábamos algo nuevo y se nos aparecía un conjunto casi infinito de desafíos y posibilidades. Hay que recordar que en aquella época el ámbito de la cultura dependía del Ministerio de Educación y, desde allí, lanzamos el concurso literario “Tu vida cuenta, cuenta tu vida”, dirigido a estudiantes de enseñanza media. Esta iniciativa respondía a la gran preocupación que teníamos por estos jóvenes que comenzarían a vivir en democracia con una tremenda falta de aprendizaje de lo colectivo. Y el proyecto tuvo tal acogida y éxito, que inmediatamente nos preguntamos cómo poder institucionalizar alguna tarea de este tipo, cómo generar espacios donde los jóvenes, más allá de su educación formal, pudieran desarrollarse cultural y artísticamente en distintas áreas. Y como suele ocurrir en la vida, comenzaron a confluir de manera paralela una serie de factores y situaciones que resultaron determinantes para la creación de Balmaceda 1215. En esos momentos, estábamos haciendo un tremendo esfuerzo por impedir que la Estación Mapocho saliera a remate, entonces, planteamos la necesidad de convertir el edificio en un gran centro de eventos culturales, el cual podría estar también destinado al desarrollo de talleres artísticos, literarios, de pintura, de música, etcétera.


Pilar Armanet: Yo tengo grabado el momento cuando el Ministro Lagos me dice: “mira, hay un edificio de 7 pisos que está al lado de la Estación Mapocho que debiéramos dedicarlo a un proyecto cultural y artístico que complemente a la Estación”. Y frente a la excelente experiencia del proyecto “Tu vida cuenta, cuenta tu vida”, que se constituyó como un espacio de mucho trabajo en equipo, comenzamos con José Weinstein[1] a discutir la idea de cómo sembrar algo que germinara bien, y de manera rápida, en chicos de enseñanza media que se encontraban sometidos a muchas presiones y que no contaban con recursos económicos para desarrollarse. Queríamos apostar al grupo etario de entre los 15 y 18 años, quienes suelen vivir este período de la vida como una etapa ingrata, durante la cual es difícil encontrar un espacio en el que estar y desde donde pararse frente al mundo. Ese fue el ánimo con que partimos. Buscábamos ofrecerles un lugar donde tuvieran la posibilidad de conocer y experimentar con las nuevas tecnologías, los mejores instrumentos, los mejores estudios de grabación… un espacio donde se les entregaran los medios y posibilidades para  crear.


Ricardo Lagos: Balmaceda 1215 constituía un proyecto que implicaba poner la cultura al alcance de muchos; de aquellos que, de otro modo, no hubieran podido acceder a ella. Y eso tiene que ver con la dignidad del ser humano. Porque, en último término, ¿para qué son las políticas públicas? Para que el ser humano pueda desarrollarse. Balmaceda significaba también abordar una serie de preguntas que considerábamos contingentes y necesarias: ¿cómo hacer aprendizaje entre todos?, ¿cómo enseñamos a enseñar?, ¿cómo los jóvenes aprenden a aprender?, ¿cómo se generan espacios para ello? Se trataba de un inicio. A lo mejor muy pequeñito dentro del conjunto y el drama de los cientos de miles de jóvenes que quieren tener algo y no pueden. Pero sin lugar a dudas, era un punto de partida.


María Inés Silva: Este contexto coincidía también con la creación del FONDART en el año 1993.


Pilar Armanet: Exactamente. Me acuerdo muy bien que habíamos instalado en el Ministerio de Educación unas especies de carruseles donde la gente iba a ir a dejar sus proyectos FONDART. El día del cierre de la convocatoria subí a la oficina del Ministro Lagos y le dije: “¿sabe cuántos artistas hay en Chile? 13.500”, lo que correspondía a la cantidad de proyectos recibidos. Sin embargo, el número de artistas era mucho mayor porque muchas de las propuestas presentadas incluían a más de un artista. Y pesar que nosotros teníamos un FONDART por 300 millones de pesos.  No lo podía creer. La explosión de gente que quería un poco de plata para realizar su vocación era impresionante, y las expectativas y ganas eran muchas.  Se trataba de un momento de gran efervescencia artística y cultural en todos los ámbitos.


Ricardo Lagos: La verdad es que la creación e instalación del FONDART tuvo importantes repercusiones para Balmaceda. Recuerdo que como Ministro de Educación fui a ver al Ministro de Hacienda de esa época, Alejandro Foxley, para plantearle la idea de crear el fondo. Obviamente, cuando un Ministro de Educación va a hablar con el de Hacienda, éste último se pone nervioso porque, como bien sabemos, las necesidades de recursos en ese ámbito son muchísimas. Entonces le dije: “Alejandro, no te pongas nervioso. Esta vez vengo a hablar de cultura, donde los montos son otros”. ¿Y por qué me refiero a esto? Para explicar que el FONDART fue producto de una discusión presupuestaria, pues teníamos claro que para mantenerlo en el tiempo era necesario que existiera un glosa destinado a ello en el presupuesto nacional. Y con  Balmaceda 1215 tenía que ocurrir lo mismo.


Pilar Armanet: Ese hecho dio pie para la creación de la glosa destinada a Balmaceda. ¡Ni se imaginan la sensación de estabilidad que sentimos cuando la obtuvimos! Se trataba de una decisión política fundamental para llevar adelante el proyecto y asegurar su continuidad en el tiempo.


María Inés Silva: Pero además de la decisión y apoyo político, Balmaceda pudo instalarse con tanta fuerza gracias al compromiso y participación de muchos. Entre ellos, los artistas que se integraron al proyecto como profesores de los talleres, así como una serie de empresas privadas y fundaciones que colaboraron con servicios, materiales y equipamiento. Por ejemplo, la Fundación Andes, que en esos momentos tenía a la cabeza a Hernán Rodríguez.


Hernán Rodríguez: Para mi fue un privilegio participar en el proyecto de Balmaceda 1215. Yo comenzaba mi trabajo como gerente de la Fundación Andes cuando un día aparece Pilar Armanet con un proyecto que tenía como principal antecedente la experiencia del “Tu vida cuenta, cuenta tu vida”. En ese entonces, la Fundación era una institución muy formal, por lo que fundamentar el apoyo a una iniciativa como Balmaceda resultaba bastante revolucionario. Pero nos lanzamos. Y armamos no solo un proyecto, sino muchos. Partimos con las becas universitarias para ex alumnos de Balmaceda y, como efecto dominó, comenzaron a unírsenos escuelas de artes de diferentes universidades que fueron entregando sus aportes. 

Así pudimos contar con un buen número de becas, que permitieron a una serie de jóvenes convertirse en artistas. Posteriormente, la institución comenzó a cobrar fuerza, lo cual unido a la gestión de Alejandra Serrano, permitió abrir nuevos frentes de cooperación. Participamos en la recuperación del edificio Claudio Gay, en la Quinta Normal, y en el financiamiento de los talleres de danza, teatro y pintura que allí se realizaban. También desarrollamos un proyecto de capacitación de animadores culturales en comunas de escasos recursos de Santiago que movilizó a gran cantidad de gente. Y luego vino el período de la regionalización, donde apoyamos la construcción de la sede de Lota, después la de Valparaíso y, por último, la de Concepción. Me enorgullece decir que relación entre la Fundación Andes y Balmaceda fue creciendo como una mancha virtuosa. De hecho, de todos los proyectos a nivel nacional en los que invirtió nuestra institución, Balmaceda ha sido el mejor evaluado.


María Inés Silva: El año 1994, momento en que asume la dirección Alejandra Serrano, la institución realizaba 2 temporadas de talleres por año que beneficiaban a 350 jóvenes. Trece años después, el 2007, Balmaceda contaba con más de 3.000 alumnos y 4 sedes a lo largo de país. Estas cifras dan cuenta claramente de la relevancia, excelencia e impacto del proyecto en un sector específico de nuestra sociedad. Ellas constatan que el espíritu inicial constituía una acertada visión de futuro que buscaba preparar un camino para responder a necesidades de un grupo importante de jóvenes, en el nuevo contexto de democracia.


Alejandra Serrano: Por supuesto. Todos conocemos la situación de los jóvenes provenientes de los segmentos vulnerables: una educación que no es competitiva, bajas oportunidades laborales, pocas posibilidades para establecerse, para proyectarse y para poder contar un proyecto de vida que les satisfaga. Están ahí, dándose vueltas, viendo cómo se las arreglan, y sin muchas expectativas de éxito. Me acuerdo de alumnos de Balmaceda que trabajaban como reponedores de supermercado. Luego de pasar por los talleres, de vivir algo de excelencia, bien hecho, en un ambiente acogedor, flexible y abierto, partían creyéndose artistas, metafóricamente hablando. Muchos de ellos han continuado en este camino y algunos han logrado becas. Y quienes no avanzan profesionalmente en este ámbito, se van con una experiencia que les acompaña toda la vida, que les otorga identidad y orgullo. 

Resultaba muy bonito ver cómo este espacio, tan exitoso en términos de su oferta artística, generaba un diálogo, una interacción social en torno a la creación, y donde todo aquello que nos divide como sociedad desaparecía. Me acuerdo de la primera vez que pudimos hacer una evaluación seria: 96% de los alumnos calificaban la experiencia con nota 6.7, y el 82% decía que les había cambiado la vida. Entonces para mí, que soy asistente social de formación, no hay nada más satisfactorio que ver este proceso. Poder trabajar en algo que tuviera tanto impacto para el ser humano era extraordinario. Hablamos de la posibilidad de ofrecer satisfacción a nivel de ser humano y con una inversión de capital que no es alta. Yo tengo la convicción absoluta de que no hay una herramienta más efectiva y económica para la integración social que la cultura. Por eso, trabajamos muy intensamente para que el modelo tuviera cobertura a nivel nacional.


María Inés Silva: ¿Cómo ha sido el apoyo del sector privado y de la institucionalidad cultural en el proceso de consolidación de Balmaceda Santiago y en el de regionalización?


Alejandra Serrano: Muy difícil. Muchas veces las circunstancias no nos favorecieron, nos faltaban los recursos y la institucionalidad cultural tampoco lo facilitaba. Balmaceda es muy frágil en términos de su diseño de financiamiento y eso es algo necesario de evaluar como desafío para la continuidad. Yo pienso que este modelo nunca se va financiar a través del sector privado porque definitivamente a éste no le interesa. Balmaceda no tiene la visibilidad que buscan las empresas. Entonces, la base tiene que venir del Estado. Se trata de un proyecto de responsabilidad pública y sostenida.


Ricardo Lagos: Y es ahí donde hay que revisar el lugar que ocupa la cultura en las políticas públicas. Si se mira como un aderezo, como algo que existe solo para dar un poco de poesía y música a la vida, estamos en problemas. La cultura es aquello que genera presencia, imagen y vigor a un país. Y eso es lo que los señores políticos tenemos que entender. Cuando tú mencionas a Chile en el extranjero, la asociación inmediata que se realiza es con Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Roberto Matta, Vicente Huidobro, etc. Es la cultura la que porta esa potencialidad para generar la especificidad de un país. Y en miras de esta construcción, debemos asumir que ciertos proyectos culturales sólo pueden existir si son responsabilidad de lo público. 

Es verdad que el sector privado puede ser un tremendo colaborador; sin embargo, como tú planteas, los empresarios prefieren invertir en aquellos proyectos que les otorgan una mayor presencia en el medio. Al momento de decidir, van a optar por algo que se note, que se vea, que les ofrezca visibilidad. En ese sentido, el apoyo privado a Balmaceda es muy complejo.


Pilar Armanet: Yo estoy completamente de acuerdo con que Balmaceda es un proyecto de responsabilidad pública y que requiere de un financiamiento sostenido por parte del Estado. Pero también creo que esta institución puede resultar muy interesante para los privados. Cada vez hay más empresas cuyo público objetivo son los jóvenes. La influencia que este grupo está adquiriendo a nivel de consumo es impresionante y las redes sociales han generado un importante nicho a explotar. Y no sólo en sectores de mayores recursos. Los bienes han bajado de precios y podemos apreciar claramente cómo se viene dando un proceso de democratización del consumo. Pienso que hay una cantidad de empresas que producen para jóvenes y que uno tiende a no mirar. Por ahí podrían abrirse posibilidades para amplificar el trabajo de Balmaceda y generar nuevas áreas de desarrollo.


Hernán Rodríguez: Es verdad que Balmaceda necesita un financiamiento público permanente. Pero comparto lo que plantea Pilar. La posibilidad de amplificar debiera venir del compromiso privado. Y para eso tenemos que pensar en cómo mostrar más el proyecto a la opinión pública y promover vitrinas donde las empresas puedan y les interese mostrarse.


Alejandra Serrano: Efectivamente, la empresa financia productos asociados como, por ejemplo, el Festival de Rock, lo cual permite hacer un grito más fuerte en términos sociales y tener más presencia. Pero insisto en que es necesario esa base para entregar una estabilidad institucional. En la medida en que ella existe, es posible contar con la tranquilidad para diseñar nuevas estrategias.


Felipe Mella: Los últimos cinco años de Balmaceda han sido muy complejos. Vino la recesión económica, una serie de problemas de recursos, así como el terremoto que afectó la sede de Concepción. Sin embargo, y a pesar de ello, hemos obtenido importantísimos logros como el financiamiento completo de la sede de Antofagasta por parte de la Fundación Minera Escondida. También, después de cuatro años de negociación, logramos que Televisión Nacional sea sponsor oficial de Balmaceda y cubra las actividades más importantes que realizamos, lo cual efectivamente puede generar otro tipo de vitrinas que esperamos sean tentadoras para atraer a nuevos socios.


María Inés Silva: Según mi experiencia, es verdad que varios sectores de la sociedad no conocen el proyecto. Pero cuando lo empiezas a explicar, la respuesta positiva e interesada en saber más es inmediata, sobre todo en una nueva generación de académicos provenientes de las ciencias sociales, de la comunicación y humanidades. Y si bien no son ellos quienes aportarán el dinero para la implementación de proyectos de infraestructura, gestión o difusión artística, sí cuentan con capital humano y algunos recursos para investigar en el terreno de las prácticas culturales y de la evaluación de impacto de programas de educación artística, un área de estudio que recién comienza a desarrollarse en Chile y América Latina. Y en ese sentido, Balmaceda, cono todo el camino recorrido en estos 20 años, puede ser el paraíso.


Felipe Mella: Esa área nos interesa mucho y estamos conscientes de que nos puede ofrecer nuevas posibilidades de desarrollo. De hecho, el 2011 a través de un proyecto FONDART de investigación, nos asociamos con un grupo de que del Centro de Investigaciones Socioculturales (CISOC) de la Universidad Alberto Hurtado, para analizar en términos cualitativos el impacto que ha tenido Balmaceda en la vida de los jóvenes que han pasado por nuestros talleres. Estamos muy entusiasmados con este estudio, que serán presentado a mediados de este año, ya que nos entregará información y herramientas de tipo científicas para fundamentar el valor, la importancia y pertinencia de la inversión pública y privada en Balmaceda.


Alejandra Serrano: Balmaceda es una institución ampliamente dialogante, sinérgica y generadora de iniciativas que puede convocar a diferentes grupos y sectores, lo cual efectivamente constituye un importante capital a explotar para los próximos años. No cabe duda que el trabajo realizado por esta institución es una manera muy interesante y extraordinaria para construir grandes proyectos… proyectos país.


Ricardo Lagos: Frente a esta conversación, me gustaría aportar una última reflexión. Como bien sabemos, en educación y cultura los desafíos son de largo plazo. Los resultados de lo que proponemos y hacemos hoy, solo se conocerán en la próxima generación.  En los tiempos en que fui Ministro de Educación no podía dimensionar, en toda su extensa y profunda magnitud, lo que estas iniciativas serían capaces de llegar a significar. Teníamos claro que ellas abrirían la mente de los jóvenes y que los llevarían a descubrir y develar su capacidad de crear, actuar, pintar, etc. Pero la experiencia nos ha demostrado que esas mentes se abren de manera mucho más amplia y los efectos que produce este fenómeno se manifiestan en los distintos ámbitos de la vida, tanto en los rendimientos escolares como en el desarrollo de aptitudes para vivir mejor y relacionarse en y con el mundo. 

En este sentido, Balmaceda 1215 ha demostrado constituir un fructífero terreno para la germinación y promoción de estas capacidades. Y por lo mismo, debe seguir siéndolo. Queda mucho trabajo por delante.








[1] José Weinstein era en esos momentos asesor de la División de Cultura del Ministerio de Educación. El año 2003 fue designado por el presidente Ricardo Lagos como el primer Ministro de Cultura de Chile y Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

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